
¿Y si festejamos los logros?
Por Laura Gerard
En la vida me he puesto muchas metas y objetivos, muchos los he alcanzado y otros no. 2017 fue uno de esos años fructíferos si a logros me refiero. Hice la lista de mis objetivos, lo publiqué en Facebook a modo de recordatorio y compromiso. A lo largo de ese año, logré cada una de esas metas. Había alcanzado mucho pero con sabor a poco. Había cruzado tres líneas de llegada en carrera de montaña, había hecho cumbre a 4250 msnm y, finalmente, me fui de vacaciones a recorrer unos de los lugares más australes que había ido hasta entonces. No había parado en todo el año. Después de cada objetivo alcanzado, empezaba a hacer foco en el siguiente como para no perder el ritmo, por llamarlo de alguna manera. Sin embargo, al finalizar el año, sentía cierta insatisfacción a pesar que había sido un año muy bueno pero había terminado agotada.

Cada tanto leo mis apuntes del curso de coaching y un objetivo (sí, otro objetivo más) que me había propuesto era festejar mis logros. Durante mi vida había alcanzado muchas cosas pero nunca me detuve a festejar y a disfrutar lo que había conseguido, continuaba con lo siguiente. ¿Qué me perdí en el mientras tanto? Me perdí de aprender y disfrutar del proceso, de reconocerme y autoreconocerme en mi crecimiento personal, de valorar mis logros, de autovalorarme y de observar de lo que soy capaz de hacer, de fortalecer mi autoestima y darme cuenta de mi propia grandeza…
Te invito a leer mi microcuento Grandeza
Todo ello me llevó a replantearme ciertas aspectos de mi vida y hace un tiempo que empecé un nuevo hábito: cada viernes, brindo por mis logros chicos, grandes, los que sean, me reconozco y autoreconozco como capaz de todo lo que hecho y de poder llegar aún más lejos, reconozco mis fortalezas, festejo y disfruto. Cuando brindo, sonrío de solo recordar y me sorprendo de mi misma. He convertido ese brindis en un ritual de viernes.

Hay miles de artículos y vídeos sobre como hacer y planificar para ser exitosos y efectivos y leído muchos de ellos… Pero al respecto, reflexiono y me pregunto: ¿nos detenemos a mirar y observar, a disfrutar y reflexionar de todo lo aprendido? Los procesos son tan o más importantes que los objetivos alcanzados. Aprendemos mucho si nos detenemos de vez en cuando a observar el camino recorrido. Además, detenernos a festejar los pequeños logros retroalimentan el ciclo de nuestra automotivación, uno de los pilares de la inteligencia emocional. La automotivación es necesaria para alcanzar metas más grandes. Lo que es más, ¡renuevas nuestras energías! Celebrar los pequeños logros motiva y ayuda a dar el siguiente paso para alcanzar objetivos más grandes ya que cada pequeño paso fortalece nuestra confianza.
La propuesta que te traigo en esta oportunidad es que pares y mires: ¿qué logro haz alcanzado esta semana? Aunque sea muy pequeño, siempre logras algo: brinda por ello, festéjalo, celébralo sola/o o acompañada/o pero hazlo. Empezarás hacer foco en lo positivo y eso hará un efecto derrame en todos los ámbitos de tu vida. Otra propuesta, que aprendí cuando estudié coaching, es tener un rincón de logros: destiná algún lugar de tu casa a registrar todo lo alcanzado, ya sea desde una medalla hasta la conclusión de un trámite (te lo digo yo que estaba más que feliz cuando recibí por e-mail la resolución de un trámite, luego de dos años, con el cual estaba ayudando a mi mamá a jubilarse). También puedes llevar un álbum o diario de logros como otra manera de tenerlo siempre presente.
Te propongo que crees tu propia forma de festejar, divertida y creativa y que la practiques como hábito. Agendate al 31 de diciembre revisar cómo ha cambiado o influenciado esto en tu vida y que haz aprendido.
Te pregunto: ¿Qué te impide hoy festejar tus logros? ¿Cómo te gustaría festejarlos? ¿Qué sentís cuando te paras a observar todo los que haz logrado? ¿De qué te das cuenta? Te leo.

Sororidad
También te puede interesar

¡La cumbre está en casa! Aprendizajes del ascenso al volcán Lanín.
6 febrero, 2022
Conquistarás
28 noviembre, 2020